El otro día escuché en una película una frase que me llamó la atención:
"La muerte no es lo opuesto a la vida. El nacimiento es lo opuesto a la muerte"
Y me di cuenta de que en nuestra sociedad hablamos de "vida y muerte", clasificándolos precisamente como posibilidades opuestas, cuando en realidad la muerte es parte de la vida, es el último paso de ella. La muerte forma parte del ciclo evolutivo natural, es algo inevitable, por lo que todos antes o después sufrimos alguna pérdida.
Sin embargo,
sigue resultando un tema del que muy poca gente quiere hablar, un tema tabú de
la sociedad, y más aún si con quienes debemos hablar de ella son niños. Y cuando la muerte llega, no estamos preparados para ella como consecuencia de
nuestro aprendizaje. O más bien, de nuestro no aprendizaje, porque nadie nos ha
preparado para lo que significa la muerte: la elaboración de un duelo.
Esta falta de comunicación se debe a que pretendemos
proteger a los niños del sufrimiento que significa una muerte y un proceso de
duelo, pero no nos damos cuenta que apartándolos no los protegemos, sino que
los abandonamos, los obligamos a aprender solos y eso no garantiza un
aprendizaje correcto, porque está basado en la ignorancia. O peor aún, en
conocimientos erróneos o inexactos que hayan adquirido a través de la
televisión, otros niños...
Con este post quiero intentar cambiar la visión de que el dolor es algo de lo que
debemos huir y la idea de que los niños no están preparados para enfrentar este
tema en concreto.
Infravaloramos a los niños en
muchos momentos, en cuanto a sus posibilidades de comprensión y resulta arrogante
por nuestra parte suponer que los niños no pueden asumir los traumas que
nosotros asumimos. ¿Qué nos da derecho a pensar así?
No queremos exponer a los niños a
un tema tan duro, cuando en realidad viven rodeados de él, lo absorben en las
películas, en las series de dibujos animados, en los videojuegos, o incluso en
los juegos grupales (apuntando con armas y “matándose” entre ellos).
Además, hay estudios que reflejan
que un alto porcentaje de niños (80%) piensan en la muerte. Se debaten con
miedos acerca de ella aunque no se lo dicen a sus padres, de la misma forma que
han aprendido que hay que tratar el tema, como un tabú del que no se debe
hablar.
Apartándolos de la muerte antes
de que sufran una pérdida, como ya he dicho, los deja sin recursos para
enfrentarse a ella cuando llegue. Apartarlos de la muerte una vez que aparece,
para que no les resulte traumático el proceso (funeral, entierro, muestras de
dolor en los adultos) les impide elaborar un buen duelo.
Los niños también han perdido a
esa persona, también la querían, y también tienen derecho a estar tristes y
sentir dolor. A tener la oportunidad de despedirse.
Otro de
los puntos importantes que quiero comunicar es que, a pesar de
que el dolor no es un sentimiento agradable, y no deseamos ver sufrir a los
niños, el dolor es necesario para elaborar el duelo.
Y ese dolor no está referido
exclusivamente al que se siente ante la muerte de una persona, puesto que,
aunque asociamos duelo con muerte, el duelo hace referencia a cualquier tipo de
pérdida, desde un divorcio, una mudanza, un cambio de colegio o la pérdida de
un juguete favorito.
Debemos perder el miedo
a hablar de la muerte. Nuestra tarea como adultos o padres es dotar a los niños
de recursos y habilidades para poder manejarse saludablemente, acompañarlos
durante su desarrollo como figuras de seguridad y apoyo.
En
resumen, nuestra tarea es educar a los niños. Hagámoslo sin miedo.
Espero que os ayude. Y ya sabéis, si tenéis alguna duda o comentario, no dudéis en escribir en el espacio de comentarios o al correo! psicologiacreciendo@gmail.com
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Higinia Fernández Peña
www.psicologiacreciendo.com
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