domingo, 7 de diciembre de 2014

La muerte y los niños

El otro día escuché en una película una frase que me llamó la atención: 
              "La muerte no es lo opuesto a la vida. El nacimiento es lo opuesto a la muerte"

Y me di cuenta de que en nuestra sociedad hablamos de "vida y muerte", clasificándolos precisamente como posibilidades opuestas, cuando en realidad la muerte es parte de la vida, es el último paso de ella. La muerte forma parte del ciclo evolutivo natural, es algo inevitable, por lo que todos antes o después sufrimos alguna pérdida.

Sin embargo, sigue resultando un tema del que muy poca gente quiere hablar, un tema tabú de la sociedad, y más aún si con quienes debemos hablar de ella son niños. Y cuando la muerte llega, no estamos preparados para ella como consecuencia de nuestro aprendizaje. O más bien, de nuestro no aprendizaje, porque nadie nos ha preparado para lo que significa la muerte: la elaboración de un duelo.

Esta falta de comunicación se debe a que pretendemos proteger a los niños del sufrimiento que significa una muerte y un proceso de duelo, pero no nos damos cuenta que apartándolos no los protegemos, sino que los abandonamos, los obligamos a aprender solos y eso no garantiza un aprendizaje correcto, porque está basado en la ignorancia. O peor aún, en conocimientos erróneos o inexactos que hayan adquirido a través de la televisión, otros niños...

Con este post quiero intentar cambiar la visión de que el dolor es algo de lo que debemos huir y la idea de que los niños no están preparados para enfrentar este tema en concreto.
Infravaloramos a los niños en muchos momentos, en cuanto a sus posibilidades de comprensión y resulta arrogante por nuestra parte suponer que los niños no pueden asumir los traumas que nosotros asumimos. ¿Qué nos da derecho a pensar así?

No queremos exponer a los niños a un tema tan duro, cuando en realidad viven rodeados de él, lo absorben en las películas, en las series de dibujos animados, en los videojuegos, o incluso en los juegos grupales (apuntando con armas y “matándose” entre ellos).
Además, hay estudios que reflejan que un alto porcentaje de niños (80%) piensan en la muerte. Se debaten con miedos acerca de ella aunque no se lo dicen a sus padres, de la misma forma que han aprendido que hay que tratar el tema, como un tabú del que no se debe hablar.

Apartándolos de la muerte antes de que sufran una pérdida, como ya he dicho, los deja sin recursos para enfrentarse a ella cuando llegue. Apartarlos de la muerte una vez que aparece, para que no les resulte traumático el proceso (funeral, entierro, muestras de dolor en los adultos) les impide elaborar un buen duelo.
Los niños también han perdido a esa persona, también la querían, y también tienen derecho a estar tristes y sentir dolor. A tener la oportunidad de despedirse.

Otro de los puntos importantes que quiero comunicar es que, a pesar de que el dolor no es un sentimiento agradable, y no deseamos ver sufrir a los niños, el dolor es necesario para elaborar el duelo.
Y ese dolor no está referido exclusivamente al que se siente ante la muerte de una persona, puesto que, aunque asociamos duelo con muerte, el duelo hace referencia a cualquier tipo de pérdida, desde un divorcio, una mudanza, un cambio de colegio o la pérdida de un juguete favorito.


Debemos perder el miedo a hablar de la muerte. Nuestra tarea como adultos o padres es dotar a los niños de recursos y habilidades para poder manejarse saludablemente, acompañarlos durante su desarrollo como figuras de seguridad y apoyo.

                   En resumen, nuestra tarea es educar a los niños. Hagámoslo sin miedo.


Espero que os ayude. Y ya sabéis, si tenéis alguna duda o comentario, no dudéis en escribir en el espacio de comentarios o al correo! psicologiacreciendo@gmail.com


Higinia Fernández Peña
www.psicologiacreciendo.com




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