miércoles, 1 de abril de 2015

Cómo actuar ante una ataque de ira infantil

Seguramente la mayor parte de vosotros se habrá enfrentado a una rabieta infantil en algún momento, y puede que, si habéis leído libros de pedagogía o blogs como el mío, sepáis que la mejor forma de enfrentarse a ello es no prestarle atención. Ahora bien, ¿qué ocurre si lo que quiere el niño no es llamar la atención /conseguir algo sino que está enfadado hasta el punto de ser agresivo?

La forma de actuar ante un comportamiento infantil siempre es muy importante, pero en este caso más, porque ante un ataque infantil (golpes, patadas, lanzamiento o rotura de objetos) parece que nuestra reacción instintiva es precisamente de agresividad. Nos sentimos retados por alguien que apenas mide medio metro, ante lo que aparece la actitud de "te vas a enterar", que se traduce en azote, bofetada, grito o similar.



Precisamente esa respuesta es la que no debemos tener, porque estamos combatiendo agresividad con una agresividad mayor, con lo que estamos enseñándole que su actitud de ira es válida, y que la única razón de que no haya funcionado es porque no era lo suficientemente grande. Entiendo muy bien que tratar de no perder los nervios y no entrar en su dinámica es muy difícil, y es algo que sólo se consigue con  mucho autocontrol o práctica, pero pensad que es lo mejor que podemos hacer por ellos: enseñarles que la agresividad no es la solución.


Muy bien, ya estamos todos de acuerdo en la teoría, ahora ¿cómo lo llevamos a la práctica?

  • Si la forma de expresar ira es mediante gritos, nos pondremos a su altura física, agachándonos en cuclillas o de rodillas.
  • Si el niño está alterado físicamente (agrediendo, dando patadas, rompiendo cosas) lo cogemos firmemente pero sin hacer fuerza para no hacerle daño. Vamos a crear una barrera física abrazándolo en su totalidad: ponemos su espalda contra nuestro pecho, con nuestros brazos vamos a rodear los suyos y con nuestras piernas contendremos las suyas.


En ambos casos, con voz siempre serena, le explicaremos que entendemos que está enfadado, que es normal que lo que haya pasado le haya hecho sentir rabia o ira, pero que esa no es la manera de expresarlo ni de solucionarlo.

  • En el primer caso, una vez le hayamos dicho esto anterior le podemos decir que cuando se calme hablaremos tranquilamente de lo que le ha pasado y de qué podemos hacer cuando nos ocurra "eso" (lo que haya provocado el enfado). Si vemos que está intentando calmarse, nos quedamos con él hasta que lo consiga y hablamos. En caso de que siga gritando o llorando, le explicaremos que sólo vamos a hablar cuando esté calmado y nos vamos (los niños son orgullosos y testarudos, por lo que habrá que volver de vez en cuando a preguntar si ya está calmado o si ya quiere hablar).
  • En caso de tenerlo abrazado, también le comentaremos que entendemos que esté enfadado y demás con voz tranquila, pero además añadiremos que no lo vamos a soltar hasta que se calme. En este caso no hablaremos con él hasta que eso ocurra, simplemente repetiremos la frase "Te suelto en cuanto te calmes" con voz pausada las veces que sea necesario. Para algunos niños esto es 2 minutos, pero para otros llega al cuarto de hora o más. Nos están echando un pulso y buscan enfadarnos, no lo consintáis, manteneros fuertes en el abrazo y la voz serena.


Durante todos estos pasos, la mejor forma de mantener la calma siempre es recordar que son sólo niños, que no lo hacen por maldad sino por desconocimiento y que nosotros somos los responsables de enseñarles a reaccionar adecuadamente. El niño no tiene por qué controlarse porque aún no sabe, pero yo soy el adulto, por lo que yo sí.



Espero que os ayude. Y ya sabéis, si tenéis alguna duda o comentario, no dudéis en escribir en el espacio de comentarios o al correo: psicologiacreciendo@gmail.com


Higinia Fernández Peña
www.psicologiacreciendo.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comparte aquí tus ideas, tus dudas, tu opinión...¡lo que quieras!