martes, 28 de enero de 2014

Los niños y la frustración

Dentro de las responsabilidades de los padres en la educación de los hijos está una muy importante que solemos olvidar: enseñar a los niños a frustrarse.

Todos conocemos las famosas frases: La vida es injusta o No siempre se consigue lo que se quiere. También es algo sabido por todos que los padres siempre quieren darle todo a sus hijos.
¿Cómo preparar entonces a los niños para una vida en la que van a encontrar limitaciones a la vez que les ofrecemos todo lo que podamos darles?

Quizá el problema es que esto último no está lo suficientemente especificado: los padres deben darle a sus hijos todo…lo que necesitan. Porque tenemos la idea errónea de que darles todo lo que nosotros no pudimos tener o ceder a sus peticiones les va a ayudar, que así van a ser felices, e incluso que nos van a querer más.

Una persona feliz no es aquella que no se equivoca nunca o aquella que siempre consigue todo lo que quiere. Todas las personas cometen errores, y a todas las personas les cuesta conseguir lo que quieren. Es parte de la condición humana. Una persona feliz, es aquella que sabe afrontar sus errores, aprende de ellos y sabe superar la frustración de forma constructiva.

Si evitamos a nuestros niños y niñas las frustraciones, llegará un día irremediablemente en el que tendrán  que enfrentarse a esto y no podrán hacerlo porque no tendrán los recursos emocionales para ello. Debemos ver la frustración y los errores como parte de la vida, y por lo tanto es nuestra responsabilidad hacer que estén preparados para ello

Se entiende por frustración el estado de decepción que aparece cuando esperamos  realizar un deseo y nos vemos impedidos de hacerlo por cualquier motivo.
Los niños no saben distinguir necesidades básicas de lo que son sólo deseos. Somos los padres los que debemos ayudarles a diferenciar una cosa de la otra poniendo límites a sus constantes peticiones, facilitando así la experiencia de darse cuenta de que no siempre pueden tener sus deseos satisfechos inmediatamente.
De esta forma irán aprendiendo a aceptar que sentir cierta molestia o demora en la realización de esos deseos es algo inevitable, es decir, aprenderán a tolerar la frustración dándose cuenta de que hay ciertas limitaciones, tanto en ellos como en el ambiente que les rodea.



Higinia Fernández Peña
www.psicologiacreciendo.com

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