domingo, 7 de diciembre de 2014

Comunicación del fallecimiento

quién
En principio, la noticia de un fallecimiento debería provenir de una persona emocionalmente próxima al niño, de modo que el entorno que lo rodee en ese momento sea lo más seguro posible. En caso de que estas figuras de seguridad del niño no se encuentren en situación de dar la noticia, sea porque son ellos quienes han fallecido o porque se encuentran abrumados emocionalmente, debería entrar en acción otra persona, un familiar responsable que constituya una figura significativa para el niño o, en su caso, un profesional (profesor o psicólogo).
En caso de que no sean los padres quienes hablen con el niño, se le debe dejar muy claro que si sus padres no están con él en ese momento es porque no pueden, y no porque no lo quieran o lo hayan abandonado.

cuándo
Una noticia crítica como es ésta, en cualquier caso, debería transmitirse inmediatamente. Una de las razones de esta directriz es que, cuanto más tiempo se deje pasar antes de comunicárselo al niño, mayores probabilidades hay de que se entere por amigos o personas ajenas, sin una correcta comunicación.

dónde
El lugar ideal para dar este tipo de noticia sería uno tranquilo, silenciosos, y lo más conocido posible para el niño. Todo lo que pueda proporcionar seguridad al niño es importante, ya que la noticia de una muerte es un acontecimiento que afecta emocionalmente y proporciona inseguridades, por lo que necesitan una estabilidad externa.

cómo
El contacto físico es otro de los factores importantes a la hora de comunicar el fallecimiento, pero hay que adecuarlo a la situación: las características del niño y quién está dando la noticia; porque puede que rechacen ese tipo de acercamiento de un extraño.

Evitar el uso de eufemismos a la hora de hablar del tema con los niños, notificar de forma clara lo que ha ocurrido, sin demasiados detalles ni formas abstractas, de forma que el niño lo pueda comprender.
Esto es importante sobre todo al principio de dar la noticia, porque los niños pueden estar tan afectados que les abrume el exceso de información o no sean capaces de hacer preguntas. Por ello es mejor dar la información más elemental y dejar la puerta abierta para que el niño pueda preguntar las dudas que le surjan más tarde.
Si tenemos en cuenta la forma literal de entender de un niño, decirle que su madre se ha ido a otro lugar, aparte de resultar amenazante y crear un sentimiento de abandono, puede proporcionar una esperanza de que si se ha ido, regrese.

Por ejemplo, en el caso de la muerte de un abuelo diríamos que el abuelo ha muerto, pasando a explicar (si fuese necesario) lo que significa “muerto”.
La forma de explicar lo que significa que una persona ha muerto sin usar ningún tipo de eufemismo remite a la parte fisiológica de la palabra, es decir, “muerto” significa que el cuerpo ha dejado de funcionar y ya no puede hacer ninguna de las cosas que solía.
La muerte surge del interior de la persona; el cuerpo sencillamente se desgasta y muere.
Ocurre porque el cuerpo es muy mayor (mucho más que mamá y papá) o se pone muy enfermo, enfermo de una forma diferente a cuando un miembro de la familia se pone enfermo regularmente (para evitar crear miedo a las enfermedades por asociación) y que termina por dejar de funcionar.

Desde el principio, se le debe hacer saber al niño que mostrar emociones está bien. Explicar que es un momento muy muy triste, y que todo el mundo está afectado y que muchas de esas personas llorarán, incluso mamá y papá. Eso se debe a que están tristes porque ya no van a ver más a esa persona porque murió y la echan de menos.
También se les debe explicar que muchas personas no muestran las emociones abiertamente cuando están afectados, pero que eso no significa que no quisieran a la persona muerta.
El mensaje es que llorar o expresar lo que siente de la forma en que él lo siente está bien y es normal.

Se le debe hacer saber que va a tener gente a su lado para ayudarle a enfrentarse a esa situación, que es libre de hablar sobre cómo se siente y que puede preguntar lo que necesite.
Al niño le debe quedar claro que no está solo, que sea quien sea el fallecido, él seguirá teniendo gente que lo quiere y va a cuidar de él, dándole además (si fuese posible) los detalles de lo que va a ocurrir en los días siguientes y dónde encaja él. Es decir, que una vez que el abuelo ha muerto lo van a enterrar dentro de un ataúd cerrado (para muchos niños es importante tener claro que al fallecido no le va a caer tierra encima), y habrá un funeral.
Programar los días siguientes le ahorra mucha ansiedad porque les da un marco de referencia para adaptarse a esta situación: saber dónde estarán sus padres, qué estarán haciendo, cuándo volverá y quién estará con él para llevarlo al colegio o traerlo, hacerle la merienda o acompañarlo en caso de que quiera participar en la ceremonia e ir al entierro.

Se debe indagar en las dudas o posibles sentimientos de culpa del niño y aclarar las preguntas que les surjan. Es mejor decir que no se sabe la razón de algo antes que mentir al niño, o decirle que en ese momento no se encuentra en condiciones de hablar de ese tema con él porque el adulto está triste o demasiado afectado en ese momento, pero que en cuanto pueda hablarán (sin posponerlo mucho), porque éste necesita una relación de confianza donde hablar del tema y aclarar sus miedos.
Hay que asegurarse de q el niño lo entiende todo, sin ser condescendientes.




Espero que os ayude. Y ya sabéis, si tenéis alguna duda o comentario, no dudéis en escribir en el espacio de comentarios o al correo! psicologiacreciendo@gmail.com

Higinia Fernández Peña
www.psicologiacreciendo.com




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