miércoles, 23 de septiembre de 2015

Por si acaso

Como psicóloga, en algunos momentos me siento como una madre que intenta avisar a sus hijos de que hay precauciones que deben tomar en el día a día y ellos, como no ven el peligro, ignoran las advertencias.

¿A cuántos niños que se hayan electrocutado conocéis? Y sin embargo, ¿habéis dejado de avisar a vuestros hijos: "no metas los dedos en el enchufe"? ¿No es cierto que simplemente si los veis demasiado cerca de un enchufe los cambiáis de sitio? Incluso hoy en día se cubren mucho antes de que empiecen a gatear, "por si acaso".
¿Quién no ha escuchado lo de "no corras con las tijeras en la mano"? Y sin embargo la mayoría de nosotros no ha presenciado ningún accidente por culpa de correr con tijeras. 

Avisamos a nuestros hijos de muchas cosas antes de que pasen, o incluso sabiendo que es probable que no vayan a ocurrir. Los volvemos cautelosos ante situaciones que no se les han planteado nunca (y que, por tanto, no han aprendido a reaccionar ante ellas) para que SI les pasan, sepan cómo actuar.
Les hacemos aprenderse su nombre y su dirección o el nombre de sus padres, les damos la sabida frase de "Si te pierdes, busca a un policía", cuando entramos a un sitio lleno de gente, avisamos casi amenazando: "no te sueltes de mi mano".

Nos enfadamos si no nos hacen caso, y nos enfadamos porque sabemos que tenemos razón, que sabemos más que ellos sobre el mundo y que lo estamos haciendo por su bien, para prepararlos, para protegerlos.
Y, a pesar de todo ello, cuando leemos pautas sobre el uso de internet en los adolescentes o cuando nos invitan a charlas sobre prevención de drogas, somos como nuestros hijos. Pensamos que los psicólogos, los orientadores, los profesores y los periodistas son unos exagerados. Pensamos que esas son cosas que no nos van a pasar a nosotros, o más bien, son cosas que no les van a pasar a nuestros hijos.


También es poco probable que se vayan a clavar unas tijeras y sin embargo lo prevenimos. Porque nunca está de más tomar medidas, porque el saber cómo prevenir o saber cómo actuar SI pasa nunca es malo ni está de sobra, especialmente si nos lo están ofreciendo.

Ese "por si acaso" que tan importante era a la hora de salvarlos de enchufes, tijeras, perderse, ser atropellado por no mirar antes de cruzar...ese "por si acaso" se nos olvida, y hay personas que piensan que los refranes son tópicos, pero existen porque son verdades repetidas a lo largo del tiempo, y hay uno que dice: 

"Más vale prevenir que curar"

No esperemos a que pase para informarnos.

De todas formas, en las próximas entradas hablaré con algo más de detalle sobre alguno de estos temas, y ya sabéis como siempre que, si tenéis alguna duda o comentario, no dudéis en escribir en el espacio de comentarios o al correo: psicologiacreciendo@gmail.com


Higinia Fernández Peña
www.psicologiacreciendo.com










miércoles, 16 de septiembre de 2015

Las extraescolares

Estamos con la vuelta al cole (aunque este año el Corte Inglés no le ha puesto banda sonora), y eso, aparte de traer olor a libro nuevo y la emoción de estrenar estuche, significa también elegir actividades extraescolares.

Hoy en día hay muchas opciones
¿Lo apunto a un deporte? Y si es así...¿a cuál? ¿Fútbol o baloncesto para que aprenda a jugar en equipo?¿Atletismo para que desfogue?¿Judo, kárate o defensa personal para que aprenda disciplina y autocontrol?

¿Baile?¿Música?¿Patinaje? Saber nadar también es importante...pero claro, si hablamos de importancia lo primero son los idiomas...el inglés es un básico, pero dicen que el alemán y el chino son los idiomas del futuro.

Luego además se junta la posibilidad de que nuestro hijo necesite el apoyo de una academia o profesor particular para determinadas asignaturas.

Finalmente terminamos por decidir una de cada y hoy en día cada vez conozco más niños que tienen agendas más apretadas que muchos directivos de empresa.


Todo esto no significa que esté en contra de las actividades tras el colegio. Considero que hacer deporte es algo muy beneficioso para cualquiera, no sólo los niños, y que aprender cosas nuevas puede ser maravilloso. Pero ahí está el truco: se trata de que resulte divertido, de que lo disfruten. No nos empeñemos en forzarles a ir a un deporte por sus beneficios si no le gusta, porque puede que haya otro que le encante y tenga otras ventajas. 

Queremos que todo lo que hacen nuestros hijos tenga una aplicación práctica para su futuro. Les estamos creando un curriculum desde que cumplen los cinco años, y se nos está yendo de las manos.

Ojo, esto es como todo, hay que ver cada caso y a cada niño. Entiendo que hay niños que odian el inglés y les "obligan" a ir a una academia para que no suspendan y poder pasar de curso, porque quizá repetir les hiciese sufrir más que acudir dos horas a la semana a una clase.
Pero otra cosa es que nos empeñemos en llevar a un niño a natación porque es "necesario" aprender a nadar cuando él lo que querría es jugar al hockey. Para aprender a nadar siempre tendrá tiempo, no es algo esencial y le quita un tiempo que podría usar para jugar o disfrutar en su hockey.

De lo que se trata es de dejar que ellos puedan opinar en la elección de sus extraescolares y, sobre todo, de no cargarlos con demasiadas. Recordemos que son SUS extraescolares, que no tienen que estar basadas en nuestro criterio de qué es lo más beneficioso para su futuro o en qué nos hubiera gustado hacer a nosotros de pequeños, y que cuando lleguen a casa todavía tienen deberes por hacer.

También recordemos que tienen derecho a cambiar de gustos con el tiempo, así que puede que lleven años bailando ballet y de pronto decidan cambiar y usar esas horas para estudiar italiano, o incluso que decidan dejar de hacer extraescolares porque la cantidad de horas de deberes o estudio va aumentando con los años y puede que quieran esa hora de violín simplemente para descansar.

Y, sobre todo, recordemos que la actividad extraescolar más importante de un niño es jugar. Reservadles un tiempo en ese horario para jugar cada día, aunque eso signifique no poder estudiar chino de momento. Y si ese tiempo de juego es con vosotros...mucho mejor.



Como siempre, si tenéis alguna duda o comentario, no dudéis en escribir en el espacio de comentarios o al correo: psicologiacreciendo@gmail.com


Higinia Fernández Peña
www.psicologiacreciendo.com

miércoles, 10 de junio de 2015

Talleres de verano

¡Hola a todos un miércoles más!

Como habréis podido ver, estoy intentando publicar de forma semanal, si bien es verdad que algunos de los posts están siendo novedades en lugar de publicaciones sobre temas psicoeducativos, pero entiendo que no todos los que leéis el blog me seguís en Facebook o Twitter, y quiero poder compartir la información de Psicología Creciendo con todos. 

Durante el mes de Mayo he estado preparando varios talleres y seminarios para ofrecer ahora en Julio. Algunos de ellos son en común con compañeros, así que ha sido un trabajo de preparación, elaboración de materiales y horarios...y estamos muy ilusionados porque ¡por fin podemos informaros sobre ellos!

En Alcorcón decidimos dirigir algunos de los temas a los padres, pero existía el problema de que, aunque sea en Julio, muchos padres trabajan (y si están de vacaciones es para descansar), así que nos hemos decantado por temas que hemos visto que se nos plantean mucho en sesión, intentando dar la información de forma clara, concisa y práctica para explicar conceptos comunes en sólo dos horas en una mañana de sábado. 

Los temas son:

  • Miedos infantiles
  • Problemas de conducta en niños
  • Problemas de conducta en adolescentes
  • Redes sociales y bullying
file:///D:/Downloads/TripticoSeminariosVer_Def02%20(2).pdf






Por otra parte, en la zona de Mirasierra colaboro con un despacho de Atención logopédica, C.L.A.R.A, y allí he decidido impartir talleres dirigidos a los niños y adolescentes durante la semana.




Son talleres de 12 horas de duración que impartiré a lo largo de todo el mes, 3 horas a la semana divididas en dos sesiones (L y X o M y J) de hora y media.






























Para cualquier información adicional o inscripciones podéis escribirme al correo: psicologiacreciendo@gmail.com, o llamarme al 606 22 72 94.

También podéis comentarme si hay algún tema que os interesase mucho, porque estamos pensando en hacer talleres durante el próximo curso, y si no os viene bien los lugares también podéis sugerirnos colegios, porque estamos proponiendo talleres a las AMPAS.

¡¡¡Muchas gracias!!!

miércoles, 3 de junio de 2015

Los tests

Hoy quiero hablaros de algo que muchos de nosotros como psicólogos usamos en consulta, aunque también se pasan en el colegio: los tests.
Es probable que no todos los profesionales estén de acuerdo con lo que voy a escribir, así que por favor tened en cuenta que esta es mi opinión personal como profesional. También aclarar que hablo desde el punto de vista de una persona que trabaja con niños y adolescentes, que son personas a las que se les pasan una serie impresionante de pruebas.

Antes de nada, explicar que un test es una prueba que busca medir o evaluar una capacidad, un rasgo, un comportamiento...Yo considero que, bajo esa premisa, los tests son objetos muy útiles, porque nos permiten explorar cosas que la persona que viene a terapia no es capaz de explicar de la forma que necesitamos, o que no es consciente de que le ocurre, o incluso que no considera problemáticas. Nos aporta señales de que algo puede que no funcione y no nos hayamos dado cuenta simplemente con una entrevista oral.

¿Entonces todo esto es para hablaros de las bondades de los tests? Sí y no. Es decir, considero que los tests tienen su utilidad, y que nos debemos valer de ellos como instrumentos para complementar una evaluación si lo vemos necesario, pero ahí está la palabra clave: complementar. 
Con esto quiero decir que tengamos cuidado con los resultados que nos dan de nuestros hijos, dejemos que el profesional que los haya realizado nos los explique y recordemos que son indicadores que nos señalan la dirección en la que profundizar para averiguar si efectivamente hay algún problema en ese aspecto, no diagnósticos ni etiquetas.


Os comento todo esto porque muchos de vosotros recibís resultados de pruebas que les hacen a vuestros hijos en el colegio. Estas pruebas están bien, no penséis que las critico, porque normalmente suele haber un orientador y cientos de niños en un colegio, por lo que la manera más efectiva, teniendo en cuenta esa situación, de saber si hay algún aspecto que haya que revisar con algún niño, es pasar una serie de pruebas.
Sin embargo, esto tiene sus pegas, y es que normalmente esas pruebas son grupales. por lo que no se puede ver bien las reacciones de cada niño ante las preguntas, ni se realizan varias pruebas de lo mismo, sino una en un día concreto, que puede que no sea su mejor día.
Hay muchas cosas que influyen en una "mala" puntuación, por eso se debe completar con una entrevista al niño y la familia para conocer y profundizar en ese resultado.

Si os preocupa algún informe, hablad con el orientador, buscad opiniones, comentad la situación familiar, resultados previos y cosas que, aunque parezca que no están relacionados con una prueba de lectura o escritura, pueden aportar otra visión a sus puntuaciones.

Y si finalmente se llega a la conclusión de que existe algo que trabajar, no lo dudéis, ya sea con apoyo extraescolar, trabajo logopédico o terapia psicológica, lo mejor es empezar antes de que vaya a más.


Y si tenéis alguna duda o comentario, no dudéis en escribir en el espacio de comentarios o al correo: psicologiacreciendo@gmail.com


Higinia Fernández Peña
www.psicologiacreciendo.com


miércoles, 27 de mayo de 2015

Entrevista con la revista "Ser Padres"

Esta entrada va a ser corta, porque hoy no vengo a escribir sobre un tema en concreto. Hace unos dos meses hice un cambio en el Facebook de Creciendo Psicología, pasando de ser un perfil personal a una página. 
Fue bastante trabajo y tuve que dejar un poco aparcado la publicación de cosas y del blog, pero cuando por fin hice el cambio decidí ponerme en contacto con otras páginas que seguía para comentárselo. Una de esas páginas es la de la revista Ser Padres que, tras contactar con ellos, me ofrecieron hacer una entrevista para su edición digital.

Finalmente han terminado siendo dos, y la primera ("¿Qué buscan los niños con una rabieta?") ya está publicada en dos partes:



Aunque ya lo he publicado en Facebook, quería comentarlo también por aquí, para que podáis echarle un vistazo si os interesa. Espero que os resulte útil y que os guste. 

¡Cuando salga la segunda entrevista os aviso!


miércoles, 6 de mayo de 2015

Mi hijo va al psicólogo...¿doy parte al colegio?

El otro día leí una noticia sobre una propuesta que había hecho la Generalitat de Cataluña tras el terrible incidente ocurrido en el instituto de Barcelona. Aunque pondré el link a la noticia al final del post, en términos generales lo que se pretendía es que los padres tengan que informar al centro educativo sobre el historial médico (incluyendo información psiquiátrica, claro) de sus hijos.

Supongo que deben alegar que, si se sabe la situación psicológica de una persona, es más fácil evitar ciertos actos. No es tan simple.

Entiendo que una situación como la que ocurrió, un adolescente de 13 atacando a profesores y compañeros y asesinando a un profesor, provoque miedo, claro que sí. Y también comprendo que la primera reacción sea la de buscar una explicación y poner una solución para que no vuelva a pasar.

Sin embargo, me parece que el actuar tan apresuradamente nos puede hacer caer en tomar medidas radicales y en diagnósticos que no siempre son acertados. Quiero decir, un piloto estrella una avión lleno de pasajeros e, inmediatamente, el mundo se vuelve hacia psicólogos y psiquiatras buscando una explicación y un diagnóstico en menos de 24 horas. Eso es peligroso. 
Evaluar a un paciente en una situación de terapia lleva varias sesiones y puede que más adelante te cuente una serie de datos que te hagan modificar tu idea sobre su problema. Hay que crear un clima de confianza, conocer a esa persona, que se abra...no es algo tan simple como hablar 30 minutos con alguien. Imaginemos entonces establecer un diagnóstico sobre una persona sin hablar con ella, sin evaluarla, sin conocerla, y sin tiempo.

Se dice que el piloto tenía depresión, e inmediatamente la prensa establece que esa es la razón de que se estrellase matando a 150 viajeros. ¿Alguien piensa en lo que eso va a suponer para todas las personas que tienen depresión en el mundo? Si ya es difícil asumir un problema y hablar de él con la gente que te rodea...¿cómo hacerlo ahora que está asociado con esta noticia? 
¿Qué pensaríais si alguien os dijese que tiene depresión tras ver tantos titulares?¿Y si fuese obligatorio decirlo a la empresa?¿Le mantendrían el empleo?¿Le contratarían en un sitio nuevo?¿Le tratarían igual o irían con cuidado y con miedo a su alrededor?

Esto mismo ocurre con los niños y los centros escolares. Me parece útil que el orientador o tutor de un colegio conozca la situación de un niño para poder adaptar la educación a sus necesidades, pero entiendo que eso debe ser una decisión de los padres y el niño, no una obligación.
Y desde luego, siempre buscando lo mejor para el bienestar del menor, porque igual que ser hiperactivo es algo que el tutor debería saber para no tener al niño permanentemente castigado y poder entenderlo mejor y que parece que ya está "aceptado", quizá decirle a un profesor que uno de sus alumnos tiene un trastorno de personalidad no sea tan bien acogido o dé pie a una serie de prejuicios y acciones que puedan perjudicar al menor.
¿Dejaríais que vuestros hijos se hiciesen amigos de un niño con problemas psicológicos? ¿Conoceríais primero al niño?¿Os informaríais sobre en qué consiste su problema y cómo le afecta a él en concreto? ¿O simplemente si hay un diagnóstico psiquiátrico ya no queremos saber más?

Entendamos que, entre psicólogos, un diagnóstico se hace para saber más o menos qué estamos tratando y a qué síntomas nos enfrentamos sin tener que nombrarlos todos, pero normalmente una persona no es sólo un diagnóstico ni suele tener un trastorno puro, por ello esos diagnósticos se deben hablar sólo entre profesionales que entiendan los términos.

Mucho cuidado con las etiquetas que ponemos, que usamos, y que aceptamos sin más.






Link a la noticia de la propuesta de la Generalitat de Cataluña:



Ya sabéis, si tenéis alguna duda o comentario, no dudéis en escribir en el espacio de comentarios o al correo: psicologiacreciendo@gmail.com


Higinia Fernández Peña
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miércoles, 1 de abril de 2015

Cómo actuar ante una ataque de ira infantil

Seguramente la mayor parte de vosotros se habrá enfrentado a una rabieta infantil en algún momento, y puede que, si habéis leído libros de pedagogía o blogs como el mío, sepáis que la mejor forma de enfrentarse a ello es no prestarle atención. Ahora bien, ¿qué ocurre si lo que quiere el niño no es llamar la atención /conseguir algo sino que está enfadado hasta el punto de ser agresivo?

La forma de actuar ante un comportamiento infantil siempre es muy importante, pero en este caso más, porque ante un ataque infantil (golpes, patadas, lanzamiento o rotura de objetos) parece que nuestra reacción instintiva es precisamente de agresividad. Nos sentimos retados por alguien que apenas mide medio metro, ante lo que aparece la actitud de "te vas a enterar", que se traduce en azote, bofetada, grito o similar.



Precisamente esa respuesta es la que no debemos tener, porque estamos combatiendo agresividad con una agresividad mayor, con lo que estamos enseñándole que su actitud de ira es válida, y que la única razón de que no haya funcionado es porque no era lo suficientemente grande. Entiendo muy bien que tratar de no perder los nervios y no entrar en su dinámica es muy difícil, y es algo que sólo se consigue con  mucho autocontrol o práctica, pero pensad que es lo mejor que podemos hacer por ellos: enseñarles que la agresividad no es la solución.


Muy bien, ya estamos todos de acuerdo en la teoría, ahora ¿cómo lo llevamos a la práctica?

  • Si la forma de expresar ira es mediante gritos, nos pondremos a su altura física, agachándonos en cuclillas o de rodillas.
  • Si el niño está alterado físicamente (agrediendo, dando patadas, rompiendo cosas) lo cogemos firmemente pero sin hacer fuerza para no hacerle daño. Vamos a crear una barrera física abrazándolo en su totalidad: ponemos su espalda contra nuestro pecho, con nuestros brazos vamos a rodear los suyos y con nuestras piernas contendremos las suyas.


En ambos casos, con voz siempre serena, le explicaremos que entendemos que está enfadado, que es normal que lo que haya pasado le haya hecho sentir rabia o ira, pero que esa no es la manera de expresarlo ni de solucionarlo.

  • En el primer caso, una vez le hayamos dicho esto anterior le podemos decir que cuando se calme hablaremos tranquilamente de lo que le ha pasado y de qué podemos hacer cuando nos ocurra "eso" (lo que haya provocado el enfado). Si vemos que está intentando calmarse, nos quedamos con él hasta que lo consiga y hablamos. En caso de que siga gritando o llorando, le explicaremos que sólo vamos a hablar cuando esté calmado y nos vamos (los niños son orgullosos y testarudos, por lo que habrá que volver de vez en cuando a preguntar si ya está calmado o si ya quiere hablar).
  • En caso de tenerlo abrazado, también le comentaremos que entendemos que esté enfadado y demás con voz tranquila, pero además añadiremos que no lo vamos a soltar hasta que se calme. En este caso no hablaremos con él hasta que eso ocurra, simplemente repetiremos la frase "Te suelto en cuanto te calmes" con voz pausada las veces que sea necesario. Para algunos niños esto es 2 minutos, pero para otros llega al cuarto de hora o más. Nos están echando un pulso y buscan enfadarnos, no lo consintáis, manteneros fuertes en el abrazo y la voz serena.


Durante todos estos pasos, la mejor forma de mantener la calma siempre es recordar que son sólo niños, que no lo hacen por maldad sino por desconocimiento y que nosotros somos los responsables de enseñarles a reaccionar adecuadamente. El niño no tiene por qué controlarse porque aún no sabe, pero yo soy el adulto, por lo que yo sí.



Espero que os ayude. Y ya sabéis, si tenéis alguna duda o comentario, no dudéis en escribir en el espacio de comentarios o al correo: psicologiacreciendo@gmail.com


Higinia Fernández Peña
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miércoles, 25 de marzo de 2015

Niños con ira

Llevo un tiempo sin escribir ni publicar, está siendo un momento de actualización y cambio a nivel de redes y nuevos proyectos y eso me tiene más liada de lo normal, pero ya parece que se va estabilizando la cosa y que vuelve la rutina del post semanal.

Esta semana me ha surgido la necesidad de hablar de la ira en los niños. Además de terapia individual, yo imparto talleres, y en este último año me he encontrado en varias ocasiones con niños con unas reacciones de una violencia desproporcionada.

Ya he hablado antes de que el enfado es una emoción aceptable y "normal", y que el problema está en cómo actuamos cuando estamos enfadados. Las razones del enfado y sus reacciones son las que me preocupan y de las que quiero hablar. 
Me estoy encontrando cada vez con niños más pequeños (6, 8, 10 años) que tienen ataques de ira y agresividad cuando no ocurre lo que ellos quieren o se sienten "atacados" (cuando se les regaña o se les señala algo que han hecho mal), agrediendo física y verbalmente al adulto o al compañero que vean como culpable de su enfado. Podríamos decir que son niños y que todos le hemos dado un empujón a otro niño o lo hemos llamado tonto, pero no es ese grado de agresión del que estoy hablando. Hablo de insultos compuestos de nivel adulto y de ataques físicos con patadas, arañazos, golpes y lanzamiento de objetos.

Por si eso no fuese lo suficientemente preocupante, una vez que deja de agredir no muestra remordimiento, e incluso dice alegrarse por haber hecho daño, no se disculpa y no escucha lo que tienes que decirle (apartando la cara, tapándose los oídos e incluso haciendo burla). 

Ante esta situación se me plantean dos dilemas. Uno, cómo actuar, y el otro es ¿qué habrá desencadenado esta ira en este niño? Como son dos cuestiones que merecen un desarrollo amplio y tranquilo, los veremos por separado en los próximos dos post.



Espero que ayude. Y ya sabéis, si tenéis alguna duda o comentario, no dudéis en escribir en el espacio de comentarios o al correo! psicologiacreciendo@gmail.com


Higinia Fernández Peña

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miércoles, 4 de febrero de 2015

Familia, pareja y amigos de un paciente

Llevo un tiempo dándole vueltas a la idea de dirigir un post para las personas que son cercanas a los pacientes, porque me he dado cuenta de que existen muchos artículos que explican cuándo acudir a terapia o qué señales existen para buscar ayuda, pero están todos dirigidos al momento previo a tomar la decisión, tanto si los lee la persona que busca ayuda como si lo hacen sus familiares y amigos.

Generalmente, cuando una persona (niño o adulto) decide acudir a consulta, acumula unos conocimientos y experimenta una serie de cosas de las que quedan excluidas las personas que lo rodean y que son muy importantes porque constituyen su entorno y su grupo de apoyo.
El paciente es el que pasa tiempo en la sala de espera, el que sabe el camino al despacho, el que conoce el despacho por dentro y lo siente como un lugar cómodo e íntimo, y el único que conoce lo que ocurre allí dentro.

Con los niños normalmente los padres también participan en este proceso, o al menos en mi consulta yo los hago partícipes del proceso y hablo con ellos un rato cada sesión para ver cómo han pasado la semana y poder darles pautas para la siguiente. 
Sin embargo, es cierto que el resto de familiares y amigos no comparten esta experiencia. La gran mayoría no ha acompañado jamás al niño, por lo que no sólo no conocen al psicólogo, sino que no saben cómo es físicamente el lugar al que va esa persona y donde pasa una hora a la semana, ni en qué consiste y cómo se desarrolla el proceso terapéutico.


En mi opinión este es un fallo que cometemos los psicólogos. Sí que es cierto que es casi imposible hablar con todos los familiares, amigos, pareja de un paciente, pero creo que al menos sí debemos hacerlo con las personas con las que convive, aunque sea en una sesión grupal.

Porque muchas veces estas personas no entienden por lo que está pasando el paciente, ya que los problemas psicológicos y emocionales no son problemas que se vean, ni son cosas con las que nos podamos relacionar fácilmente. 
Todo el mundo puede darse cuenta de que alguien con un pie roto siente dolor, que necesita escayola y que no debe apoyar el pie, incluso aunque a nosotros no nos haya pasado nunca; sin embargo, no todo el mundo es capaz de entender lo que siente alguien que presenta ataques de ansiedad, porque para empezar no entienden por qué sienten ansiedad ante cosas que son tan "fáciles de afrontar", o por qué alguien con depresión simplemente no se "anima" o se obliga a salir y a pensar en positivo. 

Solemos "castigar" a las personas que necesitan una ayuda profesional, porque no entendemos cómo es que no lo pueden solucionar solos, o porque la solución a su situación nos parece tan fácil que creemos que no se está esforzando lo suficiente. 
Esta es la razón por la que creo que los familiares, amigos y pareja de los pacientes deberían hablar con el psicólogo o consultarle sus dudas. Para comprender mejor, para poder aceptar y así ayudar, para ser impulsores de cambio y gente en la que esa persona se pueda apoyar.



Espero que ayude. Y ya sabéis, si tenéis alguna duda o comentario, no dudéis en escribir en el espacio de comentarios o al correo! psicologiacreciendo@gmail.com


Higinia Fernández Peña
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