Sí, es cierto que el desarrollo tiene unas fases, y sí, es cierto que casi todos los niños pasan por ellas y las superan con el tiempo, pero no siempre ocurre así.
En unos casos porque estas conductas no desaparecen, y en otros porque no forman parte de lo que hemos considerado propio de una etapa, el caso es que hay niños que necesitan una ayuda adicional para enfrentarse a situaciones que les superan.
Pero entonces...¿cuándo es una fase y cuándo nos debemos plantear buscar ayuda?
Generalmente, cuando vemos que sus conductas empiezan a interferir (y no precisamente para bien) en el resto de áreas de su vida: en el cole, con los amigos, en su estado de ánimo o su salud, con la familia...
A veces la indicación viene de fuera, y es el tutor o algún amigo/a quien nos sugiere acudir a un psicólogo. No nos asustemos ni nos dejemos llevar por los prejuicios. Que nuestro hijo necesite un psicólogo sólo significa que necesita aprender unas pautas específicas o desaprender unas conductas, y el psicólogo es el profesional que se encarga de eso.
Tampoco nos culpemos por no haber visto que había un problema y haber actuado sobre él: no siempre es tan evidente para los padres ni siempre sabemos qué hacer ante algunos problemas infantiles o adolescentes. Hay padres primerizos o padres de hijos únicos que no tienen con qué comparar las conductas del niño para saber si son propias o no de la edad, hay situaciones que no aparecen en casa, y también hay problemas que se esconden detrás de conductas que no vemos como problemas psicológicos.
Y en caso de duda...consulta. Si el psicólogo es un buen profesional, te dirá sinceramente si ve necesaria la terapia o considera que es algo sin mayor trascendencia.
Por último...NO ESPERES A MAÑANA PARA CONSULTAR. Cuanto antes empieza la terapia, más fácil es modificar la conducta.
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